El mayor impacto en los supermercados se encuentra en sus cadenas de suministro y es la alimentación un punto crítico.
La mayoría de los supermercados en el mundo que reportan un compromiso con la sostenibilidad, relatan sus esfuerzos para reducir la huella de carbono de sus operaciones directas o de alcance 1 y 2. Esto es, las emisiones producidas por quema de combustible o por la electricidad consumida. Así su compromiso se ve reflejado en la reducción de plásticos y la venta de productos marcados como ecológicos, algunos van un poco más allá y trabajan directamente con sus proveedores para asegurar que en sus cadenas de suministro no existan violaciones a los derechos humanos o daños graves al medio ambiente, e inclusive, cuentan con programas de desarrollo de proveedores para solicitarles que reporten sus impactos y riesgos ambientales a través de distintos mecanismos como es el caso del Carbon Disclosure Project (CDP), organización enfocada a la divulgación de la huella de carbono de alcances 1, 2 y 3 en aspectos relacionados con la emisión de gases de efecto invernadero, el uso de agua y los cambios de uso de suelo.
La consultora McKinsey por su parte, reportó que a partir de la pandemia de COVID19, los consumidores y las empresas, notaron que los temas de sostenibilidad cobraron mayor relevancia y que los consumidores que participaron en el estudio, incrementaron su intención de compra hacia los productos más sostenibles, principalmente aquellos relacionados con la alimentación. La misma firma consultora afirma que la forma más poderosa de descarbonizar las tiendas de autoservicio, es darle prioridad a las alternativas vegetales de cárnicos y lácteos
Lo anterior ya se ve reflejado en las estrategias de sostenibilidad de supermercados Europeos y de marcas de alimentos internacionales que tienen dentro de sus objetivos de carbono, la conversión de un porcentaje de sus portafolios a versiones vegetales de los productos que originalmente estaban compuestos primordialmente de alimentos de origen animal. Inclusive, alrededor del 40% de las empresas dedicadas a la producción de alimentos industrializados, cuentan con equipos de Investigación y Desarrollo del producto que están dedicados a crear alternativas vegetales para satisfacer a los consumidores amantes del sabor y la textura similares a los productos de origen animal que hoy se ofrecen. Dentro de las empresas que tienen tanto el objetivo de descarbonización de sus alimentos, como el de desarrollar alternativas vegetales a la carne y los lácteos, se encuentran marcas internacionalmente reconocidas como Unilever, Mars, Nestlé, Danone y hasta Tyson.
Por otro lado, supermercados en Estados Unidos reportan que las ventas de las alternativas vegetales a la carne y los lácteos se incrementan cuando estas se cambian a las de secciones de la oferta tradicional, es decir, vender sustitutos vegetales de carne en el mismo refrigerador que la carne animal, y sustitutos de lácteos en los mismos pasillos o refrigeradores que los productos lácteos, incrementa el consumo de las alternativas vegetales.
La reducción de desperdicios de alimentos, es un común denominador en las estrategias de reducción de carbono en los supermercados, y es allí donde los productos de origen animal juegan también un papel importante. Investigadores de España y Portugal, analizaron datos de distintos supermercados y la cadena de revalorización de los productos y subproductos de origen animal y determinaron que el consumo de dichos productos va a la baja, y los desperdicios generados por los supermercados han incrementado el porcentaje de productos de origen animal. Los datos hablan por sí mismos: los consumidores no quieren más alternativas de origen vegetal, sino que quieren menos productos de origen animal.
Adicionalmente, la huella ambiental de los alimentos no se concentra en el tipo de alimento, ni en la producción, sino más bien en el lugar de origen. Datos recopilados sobre distintos métodos de producción y del origen de los alimentos, muestran que es más relevante si el alimento es de origen vegetal u origen animal que el hecho de dónde proviene, y que, a pesar de la amplia variabilidad en los métodos productivos, sigue predominando el tipo de alimento.
En México por su parte, las startups están apostando por producir y vender alternativas vegetales a los cárnicos y lácteos. En ciudades como Guadalajara y Ciudad de México, los restaurantes que se dedican solo a la comida basada en plantas, pasaron de ser unos cuantos, a números de tres cifras. Grandes cadenas de supermercados que reportan al CDP están ya trabajando con sus proveedores para reducir la huella de carbono de los alimentos que venden, y se han dado cuenta que en cuestiones de alimentos son los productos de origen animal los que más impactan su huella.
Y no solo eso. Una tendencia que se ha observado en el mundo y que está empezando a tocar a México, es la exigencia de los consumidores y hasta de las legislaciones y estándares internacionales, a incluir el bienestar animal en las estrategias y en los reportes de sostenibilidad. El GRI lanzó recientemente una nueva guía para el reporteo de empresas que tienen relación con actividades de agricultura, pesca y ganadería, ya que el bienestar animal está ligado a distintos objetivos de desarrollo sostenible y se ha convertido en un tema recurrente de distintos grupos de interés, desde consumidores, hasta organizaciones no gubernamentales que ejercen cada vez más presión a las corporaciones para incluir el bienestar animal en sus estrategias, además, influyen en las legislaciones y los mercados.
Ante lo anterior, es claro que los supermercados que realmente estén comprometidos con la sostenibilidad deben enfocarse más en reducir los alimentos de origen animal que ofrecen al público y menos en ofrecer productos “ecológicos”. Cambiar la oferta y realizar estrategias que involucren a los consumidores y sus decisiones alimentarias, tiene un mayor impacto que las típicas acciones limitadas al ahorro de energía y a la reducción de desperdicios.