La actual crisis climática y ambiental nos obliga a tomar medidas drásticas e innovadoras para colaborar en el combate a esos efectos negativos que tarde o temprano se verán reflejados en la rentabilidad de las empresa. Casi siempre se piensa en la eficiencia energética o en el cambio hacia energías renovables y en el reciclaje de los residuos generados en la operación como los principales aportes hacia la reducción de gases de efecto invernadero, pero ¿ha sido eso suficiente después de cerca de 30 años implementando medidas similares? ¿ha valido la pena la enorme inversión contra los beneficios que se han obtenido? Por supuesto que se han logrado ahorros significativos en las organizaciones tomando estas iniciativas orientadas al medio ambiente, pero las crisis climática y ambiental nos están mostrando que no es suficiente y que hay que voltear a otros aspectos de nuestros impactos que antes no considerábamos.
Existe una industria que cubre al menos cinco de esos siete sectoresy esa es la de la alimentación, principalmente aquella que implica la producción de cárnicos, lácteos y huevos.
El impacto de los productos de origen animal es tal, que entre la producción de carne, acuicultura, huevos y lácteos, se utiliza aproximadamente el 83% de la tierra cultivable y se contribuye con el 56-58% de todas las emisiones asociadas a los alimentos, aunque solo proveen del 37% de las proteínas y el 18% de las calorías consumidas a nivel global.
un cambio hacia una dieta mayormente compuesta de vegetales y legumbres puede reducir más gases de efecto invernadero (GEI) que los cambios tecnológicos para mejorar la eficiencia de los procesos productivos de agricultura y ganadería?