¿Una cerveza menos o una carne asada menos?

Con la actual sequía en el norte de México, se ha puesto mucho énfasis en los impactos de las refresqueras, pero ¿es el foco correcto?

Escrito por Fernando Medrano
20/10/2022 13:06

El norte de México está viviendo unas de las peores sequías de las últimas décadas y los ciudadanos señalan en su mayoría a las cerveceras y las refresqueras. Sin embargo puede que haya otra industria a la cual culpar más.

Según datos de la FAO, la ganadería consume aproximadamente un tercio del agua potable de todo el planeta, además de producir altos niveles de contaminación en ríos y mares, en los que se vierten las heces de los animales criados como ganado.

Esto también propicia la degradación de ecosistemas acuáticos debido al exceso de nitrógeno contenido dichas excretas, lo que conlleva a la muerte biota tan importantes como los arrecifes .

El impacto directo es innegable y claro, sin embargo, el principal impacto de la ganadería no se encuentra en la forma en que contamina los cuerpos de agua y las aguas subterráneas, sino en la exagerada cantidad de agua utilizada para el cultivo de los granos y semillas que se volverán pienso animal. Esto, se suma a la estrecha relación que tiene la ganadería al cambio climático, siendo responsable de un porcentaje superior de gases de efecto invernadero, con respecto a la industria del transporte.

Se estima que tan solo la alimentación es responsable del 26% de todos los gases de efecto invernadero antropogénicos, siendo la ganadería industrial su principal precursora. El porcentaje aumenta cuando se considera el carbono liberado por el cambio de uso de suelo de bosques y selvas, a pastizales inducidos y la respiración de los bovinos. Tan solo la destrucción de bosques y selvas para convertirlas en tierras cultivables o en pastizales inducidos, es responsable del 9% de los gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera, siendo la ganadería la principal causa detrás la pérdida de bosques y selvas, y con ellos, de su biodiversidad.

El cambio climático, ligado a la emisión de gases de efecto invernadero, aumenta las temperaturas y cambia las dinámicas de las corrientes marinas, de las corrientes de aire, aumentando la evaporación del agua y por tanto, afectando los ciclos del vital líquido.

Otro factor importante, es el subsidio que en la mayoría de los países tienen las actividades ganaderas, siendo el costo del agua para dichas actividades mucho más bajo que la menor tarifa para casa habitación en las ciudades, donde las personas buscan tomar baños cortos, cuando un corte de carne promedio contiene virtualmente tanta agua como el equivalente a dejar abierta la regadera durante 12 días continuos. Igualmente, se responsabiliza a las cerveceras y refresqueras en nuestro país por la falta de agua, cuando ese mismo corte de carne, equivale a unas 30 cervezas.

Constantemente se invita a los consumidores a reducir su consumo de agua a través de hacer baños cortos o de boicotear a las grandes embotelladoras, pero ante los datos expuestos, ¿no estaremos poniendo el foco en el consumo con menor impacto?

Cuando hablamos de frenar el cambio climático y proveer de agua potable a la población, se requiere de todos los frentes posibles: consumidores, empresas y productores deben poner de su parte, y es momento de voltear a ver a una actividad olvidada en los discursos sobre la sequía: el consumo de productos de origen animal.

Más agua (un poco de cerveza) y menos carnes asadas.


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