Del consumo al riesgo: el impacto de los alimentos de origen animal en la salud

Tenemos la concepción de que una alimentación completa debe incluir productos de origen animal ¿Y si esta noción fuera incorrecta?

Escrito por Fátima Marín Gallardo
09/07/2025 09:15

Carnes, leche, queso… Nos han dicho que son fundamentales para una alimentación saludable, ¿realmente lo son?

Diversos estudios han analizado sus efectos en la salud, revelando que su consumo excesivo puede estar relacionado con el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles como enfermedades del corazón.

A continuación, haremos un recorrido por algunas implicaciones a nuestra salud si seguimos consumiendo excesivamente estos alimentos, que también tienen un impacto considerable para el planeta, pues su huella ambiental es mucho más alta que la de proteínas vegetales. Comencemos.

Carne roja y salud crónica: lo que dice la evidencia

El consumo elevado de carnes, especialmente la roja y procesada, se asocia con un mayor riesgo de padecer diversas enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) como diabetes tipo 2, enfermedades del corazón, del hígado y algunos tipos de cáncer. Esta relación podría explicarse por el hecho de que una ingesta alta o excesiva de carne suele estar vinculada a patrones alimentarios menos saludables.

Un estudio realizado en Finlandia a personas de entre 25 y 74 años, observó que aquellas que consumían más carne roja y procesada consumían una menor cantidad de frutas, granos enteros y nueces, grupos alimenticios con un alto valor nutricional.

Las ECNT representan la principal causa de muerte y de carga de morbilidad en el continente americano. En 2019, provocaron 5.8 millones de fallecimientos, lo que equivale al 81% del total en la región.

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En 2023, expertos analizaron los resultados de 43 estudios sobre enfermedades cardiovasculares y 27 estudios sobre diabetes, abarcando una muestra total de más de 6 millones de personas. Los hallazgos indicaron que una ingesta diaria de 100 g de carne roja no procesada se asoció con un incremento del 11% en el riesgo de enfermedades cardiacas, mientras que 50 g diarios de carne roja procesada se vincularon con un aumento del 26% en dicho riesgo.

Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud, la OMS, ha clasificado a las carnes procesadas como carcinógenos del grupo 1, es decir: hay evidencia suficiente de que pueden causar cáncer colorrectal en humanos. Por su parte, la carne roja no procesada se encuentra clasificada en el grupo 2A, lo que indica que probablemente sea cancerígena.

Lácteos: una mirada a sus posibles riesgos oncológicos

El exceso de consumo de lácteos también tiene implicaciones en la salud. En un estudio publicado en la Revista Internacional de Epidemiología los autores analizaron la relación entre el consumo de lácteos, productos a base de soya y el riesgo de padecer cáncer de mama en mujeres estadounidenses.

Los resultados: un mayor consumo de leche de vaca, tanto entera como descremada, se asoció con mayor riesgo de padecer cáncer de mama, mientras que el reemplazarla por leche de soya mostró reducir el riesgo significativamente. Este riesgo se puede ver desde el consumo de tres cuartos de taza de leche de vaca al día.

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En otro estudio, la Sociedad Americana contra el Cáncer siguió durante nueve años a 130,000 personas. Evaluaron el consumo de leche, yogurt, queso y otros productos lácteos y su relación con el desarrollo de la enfermedad de Parkinson.

Durante el seguimiento se diagnosticaron 250 casos de Parkinson en hombres y 138 en mujeres, por lo que los autores concluyeron una asociación entre un mayor consumo de productos lácteos y mayor riesgo de padecer Parkinson, especialmente en hombres.

Reducir el consumo, clave para disminuir riesgos

Si bien los productos de origen animal como la carne roja y los lácteos han sido pilares de la alimentación humana a lo largo del tiempo, cada vez hay más evidencia de sus efectos negativos cuando se consumen en exceso.

Reducir o eliminar su ingesta y optar por alternativas vegetales no solo puede beneficiar nuestra salud física, también la del planeta, pues los alimentos vegetales requieren menos recursos para producirlos.

Informarse y hacer cambios conscientes en la alimentación es un paso esencial hacia nuestro bienestar integral. Es momento de actuar, juntas y juntos podemos transformar el sistema alimentario.

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