Alimentación sostenible: Un antídoto contra las zoonosis

El Día Mundial de las Zoonosis es una fecha que nos recuerda la importancia de prevenir la propagación de enfermedades transmitidas de animales a seres humanos. Y nuestra alimentación es una herramienta para prevenirlas.

Escrito por Angélica Vega
06/07/2025 10:00

Gusano barrenador, gripe aviar, COVID 19… Todas estas enfermedades tienen un origen: la relación de nuestro sistema alimentario actual con los ecosistemas.

La zoonosis es una enfermedad infecciosa que puede transmitirse de animales a humanos. Estas enfermedades son causadas por diversos agentes infecciosos, como bacterias, virus, parásitos u hongos, que pueden ser transmitidos directa o indirectamente de los animales a las personas.

Existen numerosas enfermedades zoonóticas conocidas como la rabia, salmonelosis e incluso las pandemias de coronavirus se originaron en animales. Aquí algunos datos:

  • Hay más de 200 tipos conocidos de zoonosis.
  • 60 % de los agentes patógenos que causan enfermedades humanas tienen su origen en los animales.
  • 75 % de las enfermedades humanas infecciosas emergentes tienen un origen animal.
  • 80 % de los agentes patógenos objeto de preocupación en términos de bioterrorismo se originan en los animales.

La relación entre nuestra comida y las zoonosis

La agricultura y la ganadería desempeñan un papel significativo en la propagación de enfermedades, especialmente las zoonosis. Algunas de las razones de ello son:

Concentración de animales: En la producción intensiva, la concentración de animales en espacios reducidos en granjas industriales favorece la transmisión de enfermedades. El estrés, las malas condiciones de higiene y la falta de bioseguridad aumentan el riesgo de brotes de enfermedades infecciosas.

Uso de antibióticos y hormonas: En la ganadería intensiva, es frecuente el uso de antibióticos para promover el crecimiento y prevenir enfermedades en los animales. Esto ha llevado al desarrollo de bacterias resistentes a los antibióticos, lo que limita la eficacia de los tratamientos en humanos. Además, el uso de hormonas en la cría de animales ha generado preocupaciones sobre posibles efectos en la salud humana, como el aumento de la resistencia a los antimicrobianos y los posibles riesgos hormonales asociados con el consumo de productos de origen animal tratados con hormonas.

Cambio en el uso del suelo y deforestación: La deforestación y la conversión de tierras forestales en áreas agrícolas o de pastoreo conllevan la destrucción de hábitats naturales y la fragmentación de ecosistemas. Esto puede aumentar el contacto entre animales silvestres, animales de granja y humanos, creando oportunidades para la transmisión de enfermedades zoonóticas. Por ejemplo, la deforestación en regiones tropicales se ha asociado con la propagación de enfermedades como el virus del Ébola y la fiebre del dengue.

Enfermedades zoonóticas en 2025

Durante el 2025 hemos visto el desarrollo de por lo menos dos enfermedades zoonóticas en la región: gripe aviar y miasis de gusano barrenador.

De acuerdo con cifras oficiales del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, entre el 1 de enero y el 28 de febrero, un total de 30 millones de gallinas fueron matadas en un intento de controlar los brotes de gripe aviar en granjas de ese país.

En México, la Secretaría de Salud reportó el pasado 4 abril el primer caso de gripe aviar H5N1 en humanos. Se trató de una niña de tres años originaria de Durango. Días después, la menor falleció.

En tanto, el 17 de abril, las autoridades mexicanas reportaron un brotes de gripe aviar AH7N3 en una granja comercial ubicada en Marín, Nuevo León, por lo que activaron los protocolos sanitarios correspndientes.

Hasta el jueves 3 de julio, la Secretaría de Salud confirmó cerca de 30 casos de gusano barrenador en personas, todas fuera de riesgo mortal. Esta enfermedad se contrae a través de moscas que dejan sus huevecillos en heridas abiertas, tanto de personas como de animales. El resultado: larvas parasitarias que se alimentan de la carne viva.




Alimentación sostenible como antídoto

Una alimentación sostenible promueve una reducción en el consumo de productos de origen animal, como carne, huevos y lácteos por el alto impacto ambiental que conllevan y las implicaciones para la salud, la justicia social, entre otros. Esto puede disminuir la demanda de cría intensiva de animales, donde se concentra el mayor riesgo de enfermedades zoonóticas. Al reducir el contacto humano-animal en la producción de alimentos, se reduce la probabilidad de transmisión de enfermedades. Además se disminuirían los riesgos por el cambio en el uso del suelo y deforestación, así como el uso de hormonas y antibióticos, como se mencionó con anterioridad.

Además, este tipo de alimentación fomenta una mayor variedad de alimentos, incluyendo en gran medida la ingesta de frutas, verduras, legumbres, granos enteros y alimentos de origen vegetal. Al diversificar la alimentación, se reducen los riesgos asociados con enfermedades específicas transmitidas por animales y se promueve una mejor salud general.

La alimentación sostenible promueve también la producción y el consumo de alimentos a nivel local y de temporada, lo que reduce la necesidad de importar alimentos de lugares distantes. Al favorecer los sistemas alimentarios locales, se reducen los riesgos asociados con la propagación de enfermedades a través del comercio internacional de animales y productos de origen animal.

En conclusión, al adoptar una alimentación sostenible, se contribuye a la reducción de los factores de riesgo asociados con las zoonosis, fortaleciendo así la prevención y el control de estas enfermedades. Además, una alimentación sostenible tiene beneficios adicionales muy relevantes, como la protección del medio ambiente, la promoción de la biodiversidad y la mejora de la salud de las personas.

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