Una dieta sostenible no tiene porqué ser insípida o aburrida. En esta nota te platicamos cómo combinar sostenibilidad y sabor.
Cada vez somos más conscientes de la importancia de incorporar una alimentación sana, variada y equilibrada para favorecer nuestro bienestar físico y mental. Sin embargo, en ocasiones, algunas opciones saludables y deliciosas son poco sostenibles y perjudican la salud de nuestro planeta.
Según indica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), “la sostenibilidad de las dietas va más allá de la nutrición y el medio ambiente, incluyendo también dimensiones económicas y socioculturales”.
La FAO define las dietas sostenibles como:
La FAO estima que uno de cada tres productos listos para consumir se tira a la basura. Independientemente de la huella ambiental que produzca un determinado alimento, lo menos sostenible es tirar la comida. Por eso, desde nuestros hogares, una buena opción es practicar la cocina de aprovechamiento.
Las tendencias de la cocina de reaprovechamiento (o trash cooking en inglés) se basan en utilizar ingredientes que generalmente se desechan al cocinar, y crear recetas que resultan igual de deliciosas que las de ingredientes convencionales.
Planificar la compra y apostar por alimentos de temporada y locales reduce el impacto medioambiental generado por su transporte y estimula la economía local, además de la del consumidor. Los alimentos que cumplen ambos criterios suelen ser también más sabrosos y frescos, al reducirse el tiempo que tardan en llegar a la mesa, por lo que el beneficio es doble: permite disfrutar de productos de calidad a un menor coste.
¿Sabías que producir un kilo de carne de vacuno implica dedicar hasta 20 kilos de vegetales y cereales para su alimento?
Lo cierto es que la ganadería y la pesca intensiva han aumentado exponencialmente el gasto en energía y agua, a la vez que los consumidores han incrementado el consumo de carne, pescado y huevos. Iniciativas como el “Lunes Sin Carne” promueven su moderación, fijando un día a la semana (lunes) en el consumidor basa su alimentación en proteínas y grasas aportadas exclusivamente por vegetales.
Priorizar el consumo de alimentos naturales (verduras, frutas, legumbres, frutos secos, etc.) garantiza una alimentación más saludable a la par que sostenible. Según la OMS, realizar una dieta sana y balanceada durante nuestra vida nos ayuda a prevenir la malnutrición y enfermedades no transmisibles (diabetes, cardiopatías, accidentes cardiovasculares y cáncer).
Junto con los alimentos que elegimos para llenar la cesta de la compra, existen otros aspectos a tener en cuenta si queremos contribuir a cuidar del planeta, como el uso de electrodomésticos o utensilios utilizados, la energía (electricidad, gas, etc.) utilizada, el gasto de agua potable, y la conservación de los alimentos.
Prueba estas 5 recetas deliciosas para la temporada de Día de Muertos, que utilicen ingredientes de otoño.
Una alimentación sostenible puede ser deliciosa y muy variada, y ayudarnos a mantener la salud personal y planetaria.