¿Cuánta agua cuesta nuestra comida?

Todos los alimentos tienen una huella hídrica, pero su tamaño difiere drásticamente según los procesos involucrados por los que pasa el alimento.

Escrito por Alejandra Gloria Piña
17/08/2021 10:55

No solo el agua que vemos frente a nosotros cuando la usamos es toda la que consumimos. La mayor cantidad del agua se encuentra en los productos y servicios que utilizamos a diario.

Ahorrar el agua y utilizarla de manera eficiente es algo que durante mucho tiempo se ha recomendado, por ejemplo cerrar la llave mientras nos bañamos, utilizar una cubeta para lavar el coche o un vaso para lavarnos los dientes. Sin embargo, ese agua que utilizamos para actividades domésticas representa tan solo el 4% del agua que utilizamos en nuestras actividades diarias.


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En cuanto a los alimentos, el agua es un ingrediente y elemento indispensable en su procesado y en las operaciones de limpieza y desinfección, es un recurso clave para la industria alimentaria, que establece su gestión como estratégica.

Se calcula que el 70% de la huella hídrica a nivel mundial está relacionada con lo que se come, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Para producir alimentos se requieren enormes cantidades de agua, siendo la carne el producto que más litros precisa para su elaboración (15.400 litros de agua para producir 1 kilo de ternera; 8.700 litros para 1 kg. de cordero; cerca de 6.000 litros para 1 kg. de cerdo y 4.300 litros para 1 kg. de pollo).


Conociendo la huella hídrica


La huella hídrica (HH) es un indicador medioambiental que define el volumen de agua dulce total usada para producir los bienes y servicios que habitualmente consumimos (como individuo, comunidad o empresa). La HH sirve para tomar conciencia del consumo de agua que necesitamos en nuestras actividades y, por tanto, se utiliza de base para conseguir una gestión más eficiente de este recurso.

Para calcularla hay que medir el volumen (litros o metros cúbicos) de agua utilizada en la cadena de suministro de un producto. Esto incluye no solo el agua incorporada al producto en sí mismo, sino la que se ha contaminado, la devuelta a otra cuenca o al mar e, incluso, la evaporada en todos los procesos. Por tanto, la huella hídrica es el resultado de tres indicadores, divididos en colores, en función de la procedencia del agua:

  • Huella hídrica verde, fracción de huella que procede directamente del agua de lluvia o nieve y que se almacena en el suelo en capas superficiales al alcance de las plantas.

  • Huella hídrica azul, agua que procede de fuentes naturales o artificiales mediante infraestructuras o instalaciones operadas por el hombre).

  • Huella hídrica gris, agua contaminada en los procesos de producción que, posteriormente, es necesario diluir para cumplir con las normativas sectoriales.

Según la previsión de la FAO “si no cambiamos nuestros hábitos ahora, la demanda mundial de agua podría aumentar un 50 % para 2030”. Los años 20 del siglo XXI serán claves para adaptar las formas de generar y consumir alimentos actuales y mejorar su sostenibilidad dentro de los objetivos de 'Hambre cero' que se ha marcado esta institución. Este organismo asociado a las Naciones Unidas ha calculado que, según el tipo de dieta que se lleve, una persona necesita entre 2.000 y 5.000 litros de agua para producir los alimentos que consume diariamente. En el mejor de los casos un hogar con cuatro miembros necesita algo más del equivalente a una piscina olímpica, 2.500 metros cúbicos, solo para comer durante un año.

Nuestra huella hídrica de consumo se compone de lo que comemos, bebemos y utilizamos. A nivel mundial, la HH de consumo per cápita se estima en 1,385 m³/año. Los tres países norteamericanos se encuentran por encima de este promedio: EUA ocupa el 8° lugar, Canadá el 20° y México el 49° para este indicador. El consumo de productos agropecuarios compone la mayor parte de nuestra HH como individuos. La huella hídrica promedio de México es de 1,978 metros cúbicos por habitante por año, ligeramente superior al promedio mundial, que es de 1.385m³.


¿Cuáles alimentos tienen una mayor huella hídrica?


Todos los alimentos tienen una huella hídrica. Sin embargo, esta huella hídrica difiere drásticamente dependiendo del número y la variedad de procesos involucrados en llevar ese alimento de la granja al plato.

Cuando se trata de productos que proceden de los animales, hay una gran cantidad de procesos adicionales a tener en cuenta que requieren agua. Al igual que las plantas, los animales necesitan beber agua para vivir y crecer, pero además necesitan comer, refrescarse y lavarse, así como el mantenimiento de la granja y mataderos, todo lo cual se suma a la huella final. Como resultado, casi todos los productos de origen animal tienen una huella hídrica mayor que sus homólogos de origen vegetal.

Por ejemplo, para producir un kilo de lentejas sólo se necesitan 1.250 litros de agua frente a los 13.000 que requiere la misma cantidad de carne de vacuno. Medio kilo de mantequilla necesita unos 2.700 litros de agua para su elaboración; medio kilo de queso, 2.500 litros; una hamburguesa, unos 2.400 litros, en comparación, para producir medio kilo de trigo se requieren 500 litros de agua; para medio kilo de maíz, 450 litros.

En cuanto a las bebidas, la leche de vaca es la que más agua necesita para su producción: 1.000 litros para generar un litro de leche.


¿Cómo podemos reducir la huella hídrica desde nuestro plato?


Una dieta basada en plantas es probablemente la mejor forma de reducir tu impacto en el planeta Tierra, lo que permite no sólo reducir los gases de efecto invernadero, sino también la acidificación global, la eutrofización, el uso de la tierra y el uso del agua. Es mucho más significativo que reducir tus vuelos o comprar un automóvil eléctrico”, dijo Joseph Poore, de la Universidad de Oxford, quien dirigió el análisis más completo de los daños que la ganadería provoca en el planeta.

Así, una de las maneras más efectivas para poder conservar el agua es reducir o reemplazar la carne y los productos lácteos por una alimentación basada en plantas, lo que es más amigable con el planeta. Las vastas cantidades de agua que emplea la agricultura animal para producir forraje, hidratar a miles de millones de animales, desinfectar equipos de los mataderos y procesar productos de origen animal contribuyen a la escasez de agua en nuestro planeta. Además de los beneficios para la salud humana y el bienestar animal que resultan de eliminar la carne, cuidar los recursos escasos de la tierra es una razón convincente para tener una dieta basada en plantas.


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