Consumir grasas provenientes de alimentos de origen animal se asocia con un aumento en la prevalencia de varias enfermedades.
Existe una amplia evidencia científica que respalda el rol primario de la alimentación en la prevención de varias enfermedades. Los protocolos nutricionales fomentan como recomendaciones protectoras el incremento en la ingesta de fruta y verduras, fibra dietaria, consumo regular de ácidos grasos poliinsaturados, hojas verdes, nueces, y sustituir la proteína animal por proteína de soya para reducir la ingesta de grasa saturada.
Sin embargo, a pesar de estas recomendaciones para llevar una alimentación saludable, México ocupa los primeros lugares a nivel mundial en obesidad infantil, y en adultos, donde la diabetes es también uno de los mayores problemas de salud pública: una de las principales causas de muerte y de la demanda de atención médica.
Entre los principales factores que aumentan el riesgo de morbi-mortalidad están las enfermedades cardiovasculares, la diabetes mellitus 2 y la hipertensión arterial. La evidencia muestra que el consumo de ácidos grasos saturados provenientes de alimentos de origen animal, especialmente las carnes rojas y lácteos, está asociado con un aumento en la prevalencia de estas enfermedades.
Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS), clasifica a la carne procesada (salchichas, jamón, carne en conserva, enlatada, seca, cecina, preparaciones y salsas a base de carne) como carcinógena para los humanos.
Se ha postulado que la sensibilidad a la insulina, que es la capacidad de la insulina para reducir los niveles de azúcar circulante en la sangre, depende de la composición de ácidos grasos en las membranas lipídicas: la grasa insaturada, contenida en alimentos vegetales, aumenta la sensibilidad, ayudando a un transporte y utilización óptimas del azúcar o glucosa en la sangre; y la grasa trans y saturada, contenida en los alimentos de origen animal, la disminuyen, dificultando que el cuerpo procese correctamente el azúcar en sangre, y aumentando sus niveles.
Varios estudios relacionan el consumo de carnes procesadas con el aumento de diabetes mellitus tipo 2.
La dieta DASH, recomendada para el manejo de la hipertensión, se caracteriza por ser rica en frutas y verduras, y baja en alimentos con alto contenido de grasas saturadas, como carnes y lácteos. La disminución de los niveles de presión arterial sistólica y diastólica que se presentan con estas recomendaciones se asocia fuertemente con el alto consumo de alimentos de origen vegetal. Varios estudios comparativos entre grupos vegetarianos y no vegetarianos reafirman estos resultados.
La relación entre los ácidos grasos de la dieta y el riesgo cardiovascular es de los factores más estudiados. La ingesta de grandes cantidades de grasas saturadas y ácidos grasos trans, característicos de los alimentos de origen animal, junto con bajos niveles de grasas insaturadas de los vegetales, tiene un gran impacto en la enfermedad cardiovascular. El alto consumo de alimentos de origen animal, elevan los niveles de colesterol LDL o “colesterol malo”, reducen los niveles de colesterol HDL o “colesterol bueno”, y aumenta los niveles sanguíneos de triglicéridos.
Según varios estudios, la posibilidad de padecer cáncer de colon es mayor entre quienes consumen una cantidad elevada de carnes rojas y procesadas (alrededor de 160 gramos al día), que entre quienes comen alrededor de 20 gramos. Y en el caso de las procesadas, el peligro aumenta hasta 35%.
Un estudio publicado en el "Journal of the National Cancer Institute" indica que las mujeres jóvenes que consumen demasiada grasa saturada, y proteínas de origen animal, a través de la dieta, parecen enfrentarse a un mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama.
Décadas de investigación sugieren que la mejor dieta para la prevención del cáncer se basa en las plantas. Eso significa muchas frutas, verduras y legumbres, y poca o ninguna carne u otros productos animales.
La incidencia y morbilidad por enfermedades relacionadas a los hábitos de alimentación sigue aumentando de manera alarmante en el mundo, varias de sus causas como la dieta y la baja actividad física, son factores prevenibles Los resultados de estos estudios e investigaciones reafirman la importancia de emitir el mensaje a nivel mundial de recomendar una disminución en el consumo de alimentos de origen animal, principalmente carnes procesadas, evitar el consumo de grasas saturadas y trans, así como estimular la ingesta de cereales integrales, frutas, vegetales, legumbres y grasas vegetales para generar un gran impacto en una disminución de la morbi-mortalidad global.