”Nutrición sostenible” claman los productores de carne en la COP 28

En la COP 28, la ganadería se muestra como opción sostenible, desafiando la información de instituciones educativas, de investigación y de la sociedad civil.

Escrito por Karina González Bret
14/12/2023 16:00

Durante la reciente Cumbre Climática, COP 28, que se llevó a cabo en Dubai del 30 de Noviembre al 10 de Diciembre de 2023, se discutieron distintas estrategias para desacelerar el aumento la temperatura global y mantenerla por debajo de los 1.5°C a través de una necesaria descarbonización con referencia a los niveles de temperatura global pre-industrial.

A pesar que en repetidas ocasiones instituciones educativas, de investigación y organizaciones de la sociedad civil habían solicitado que los sistemas alimentarios fueran considerados para lograr alcanzar los objetivos establecidos en 2015, no ha sido sino hasta este año, casi una década después, que el tópico se incluiría en la agenda del magno evento. Es importante resaltar que es la primera vez que se considerara un menú mayormente basado en plantas para una cumbre, una decisión que ha tenido críticas, incluso algunos actores la han nombrado como “extrema”.

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Si bien ya con anterioridad en esta cumbre se ha discutido la importancia de modificar los patrones alimenticios para lograr los objetivos, al ser el tópico incluido en la agenda, gigantes agroalimentarios relacionados con la producción de carne y lácteos unieron fuerzas para presentar a estos alimentos bajo el supuesto de ser considerados como: “nutrición sostenible” ya que consideran que hay una reciente tendencia en remarcar los impactos negativos de la carne en eventos internacionales donde el cambio climático u otros temas ambientales son discutidos. La idea de los representantes de estas industrias era contrarrestar un argumento que consideran “carente de evidencia científica”.

Los gigantes agro-alimentarios además estuvieron soportados y acompañados de representantes de los gobiernos de Estados Unidos de Norteamérica, Brasil y Australia, los tres países que más carnes y lácteos exportan en el mundo y que tienen un especial interés en mantener la crecida de estas importaciones a nivel internacional. Se repitió lo que ya se ha dicho en las últimas décadas: la carne y los lácteos son necesarios para el combate al hambre y desnutrición mundial. Sin embargo, existe suficiente producción de alimentos en el mundo y la causa raíz está en las cadenas de suministro y la distribución inequitativa de los alimentos, así como un sobreconsumo y desperdicio de alimentos en las regiones que no padecen altos índices de pobreza alimentaria o desnutrición.

Otra de las ideas esgrimidas, es que se debe invertir en mejores tecnologías para el tratamiento de los desechos de las granjas tanto para garantizar agua limpia y fertilizantes, así como producción de energía a partir de biogás. Se puso especial énfasis en controlar la alimentación de los animales para reducir el metano producido por ellos, ya que son los eructos, flatulencias y excretas las principales fuentes de los gases de efecto invernadero que hacen estas producciones tan intensivas en carbono. Sin embargo, reducir el metano producido por la digestión animal es solo una parte de la solución, ya que ni el cambio de alimentos ni cambios a sistemas ganaderos regenerativos eliminan la necesidad de producir alimento para los animales, ligadas a la pérdida de biodiversidad y la deforestación de extensas áreas de bosques y selvas.

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Es necesario hacer notar que la industria ganadera en general cuenta con más incentivos y subsidios gubernamentales que los productores de granos o vegetales, y que un cambio en los patrones alimenticios ha demostrado tener un mayor potencial en la descarbonización del sector alimenticio que cualquier cambio tecnológico. Incluso pequeños cambios en los patrones dietarios que no requieren la total sustitución de los productos animales, pueden tener impactos importantes.

No obstante, los expertos expresaron que sin incluir una disminución considerable en el consumo de carne, principalmente de los países en el norte global, difícilmente se podría alcanzar el objetivo de 1.5°C por encima de los niveles pre-industriales. Esto debido a que la captura de carbono en los suelos por sistemas silvo-pastoriles o regenerativos, son más respetuosos con el medio ambiente, tienen una capacidad de almacenamiento limitada que alcanza un punto de equilibrio en unas cuantas décadas, y que forzosamente requiere una disminución en la demanda de productos animales con respecto a la tendencia actual, pues los beneficios están limitados a la cantidad de animales por área que pueden ser contenidos en este tipo de sistemas para mantenerlos estables y saludables, sumado al tipo de alimento que estos mismos sistemas pueden proporcionar para optimizar el rendimiento de la producción.

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“La ganadería es políticamente sensible, pero debemos abordar problemas delicados para resolver el problema", dijo Dhanush Dinesh, fundador de Clim-Eat, quien trabaja para evidenciar la urgencia de tomar acciones ante la crisis climática desde los sistemas alimentarios, añadió: "Si no abordamos el problema de la ganadería, no vamos a resolver el cambio climático. El problema clave es el sobreconsumo".

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Si bien, el problema medioambiental y de hambre es un problema complejo que no puede ser solucionado con una sola acción y requiere el involucramiento de muchos actores, es un hecho que debe haber un cambio sustancial en las formas que producimos y distribuimos los alimentos, que considere el sobreconsumo y desperdicio de alimentos. Procesos productivos que sean mejores para las comunidades y el planeta solo son posibles si el consumo de productos animales y alimentos sobre-industrializados se reduce significativamente.

Por otro lado, es cierto que las proteínas de origen vegetal tienen en general menor impacto ambiental que las de origen animal, no obstante, sin un cambio en la forma en que son cultivados y procesados los granos que se usan para la producción de estas proteínas alternativas, una migración hacia otras proteínas sin los cambios necesarios en la forma de producirse, no estaría solucionando el problema de raíz sino postergando lo inevitable: la degradación sistemática de los ecosistemas como consecuencia de la producción de alimentos.

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El sistema alimentario necesita un cambio radical, y si bien el cambio en los patrones alimentarios por sí solos no son suficientes para poder frenar el cambio climático, es un hecho que todas las estrategias enfocadas a la eliminación de los combustibles fósiles en la industria se quedarán ligeramente cortas si no se atiende el problema generado por la producción de alimentos.

La descarbonización requiere que los consumidores también volteemos a ver lo que tenemos en el plato, y que los productores se ocupen de sistemas productivos más respetuosos con las comunidades, los animales y el medio ambiente. Atender el cambio climático requiere de un esfuerzo conjunto de las grandes empresas y la sociedad civil. Mientras que los intereses económicos deberían ser puestos en segundo plano, ya que nos encontramos en un momento crucial para la estancia de la especie humana en el planeta.


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