¿Puede la educación ambiental y nutricional hacer una diferencia?

La educación nutricional debe ir de la mano con la educación ambiental para asegurar la seguridad alimentaria.

Escrito por Karina González Bret
26/01/2021 17:50

México, como otros países en desarrollo, ha modificado su cultura alimentaria de una forma que pone en riesgo no solo la salud de sus habitantes, sino también la soberanía y seguridad alimentarias, pues el cambio en los patrones de consumo de alimentos también ha afectado fuertemente al campo mexicano y a los productores de alimentos que formaban parte de la herencia culinaria de México, y han sido desplazados por alimentos sobreprocesados que en su mayoría, son producto de la industrialización y la urbanización acelerada. Esto se ve reflejado en los índices de obesidad, que superan al doble el promedio de los países de la OCDE, organización que estima también que el PIB de nuestro país, se reduce en 5.3% debido a esta enfermedad.

En Octubre del año 2020, el gobierno de México lanzó la “Estrategia de Educación Nutricional” , la cual está orientada a reducir los índices de obesidad en México y mejorar la nutrición en general de niños y adolescentes. Esto, se alinea con los esfuerzos mundiales iniciados por la Organización de las Naciones Unidas a través de la FAO (Organización de Alimentos y Agricultura por sus siglas en inglés) para promover hábitos alimenticios que no solo sean más saludables, sino también que logren la seguridad y por tanto sostenibilidad alimentaria, bajo el marco del objetivo de desarrollo sostenible “Hambre Cero”.

No obstante, la información que se otorga actualmente en los niveles básicos de educación, sigue enfocada en paradigmas tradicionales de alimentación, donde aún se les da un alto valor a los productos de origen animal y no se informa sobre los impactos ambientales de la comida, mucho menos de la forma adecuada de sustituir los grupos de alimentos para obtener una buena nutrición mientras se disminuye la huella ambiental de la ingesta diaria.

La dieta mexicana se puede resumir de acuerdo a los estratos sociales, siendo la dieta promedio adecuada nutricionalmente a pesar de tener un bajo contenido de productos de origen animal, sin embargo, se tiene la creencia de que el consumo de proteínas de origen animal es mejor para mantener una adecuada nutrición y, en general, su consumo se asocia con mayor bienestar socioeconómico.

Actualmente no se tiene medido el impacto real de los programas de educación alimentaria que se han llevado a cabo en nuestro país, no obstante, es una actividad fundamental para el desarrollo social. Una educación alimentaria y nutricional ha sido efectiva, no solo cuando se han cambiado hábitos alimenticios, sino que estos se sostienen y además, se influencia toda la cadena asociada a la alimentación, observándose mejores condiciones para productores de alimentos y por tanto una mejor soberanía alimentaria.

Es por ello, que la educación alimentaria debe otorgarse en todos los sectores de la población y todos los niveles educativos y socioeconómicos, e ir de la mano con una educación ambiental, que informe a los comensales sobre los impactos a corto y largo plazo de sus decisiones dietarias, de tal manera que sean los comensales los motores del cambio hacia sistemas alimentarios más sostenibles.

Alianza Alimentaria trabaja programas educativos con comunidades y empresas, enfocados a informar sobre los impactos sociales y ambientales de la alimentación. Si te interesa conocer más, contáctanos a través de nuestra página web.


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