¿Qué es la economía de impacto, cómo se relaciona con la sostenibilidad, y por qué las empresas deberían considerar integrarla?
Las empresas y organizaciones ocupan un papel fundamental en la transición ecológica. Además del proceso de disminuir o eliminar su huella de carbono, las compañías ponen en marcha planes estratégicos de sostenibilidad.
Varias empresas, emprendedores e inversores han hecho compromisos para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), buscando una transición del binomio riesgo-rentabilidad hacia una ecuación riesgo-rentabilidad-impacto, y mirando hacia la economía de impacto: la apuesta por un modelo de producción y funcionamiento integral en los que se prioricen la reutilización y reciclaje de los recursos en cada una de las fases de la cadena de valor.
Éste modelo es un esfuerzo de transformación, innovación y colaboración que busca hacer a las compañías más competitivas, resilientes y eficientes, sobre todo con los nuevos retos que ha impuesto la pandemia por COVID-19.
En un momento de recuperación económica, varios profesionales de sostenibilidad e impacto económico recomiendan la creación de una simbiosis, que favorece el intercambio de conocimiento y experiencias entre empresas, organizaciones e instituciones.
La Asociación Civil sin fines de lucro Alianza Alimentaria y Acción Climática A.C., ofrece asesoramiento a las empresas para que puedan cumplir las expectativas de sostenibilidad, desde sus comedores, que ya son demandadas por reguladores, trabajadores y consumidores y, dar un servicio de medición de ese impacto. Como ejemplo, tenemos el convenio firmado con el municipio de Zapopan, que tomó la iniciativa de implementar dietas sostenibles en sus comedores comunitarios.
El objetivo de este tipo de colaboraciones es conseguir información fiable y comparable, y evitar caer en el llamado “green washing”: pintar de verde la realidad para promover presuntas políticas sostenibles y de respeto con el medio ambiente y así contribuir a aumentar sus beneficios, cuando en realidad sus prácticas, forma de producción y cultura empresarial están lejos de ser sostenibles.
Se espera que a partir de este mismo 2021, la normativa de varios países obligará a las empresas y organizaciones a presentar un estado de información en el que tendrán que exponer no solo sus propósitos de sostenibilidad, sino también cómo impacta su actividad en el ámbito social y medioambiental, y si la empresas no avanzan en este sentido, habrá mayores requisitos, multas, impuestos, provisiones de capital, etc.
Bajo este escenario, las empresas y sus directivos no deben pensar en la sostenibilidad como una obligación, sino como una responsabilidad financiera.
Vía El Español