La pérdida de especies vegetales representa un gran riesgo para la seguridad alimentaria y la salud de los ecosistemas.
La pérdida de biodiversidad, no sólo tratándose de animales, cada vez es más grave y acelerada. Ahora, en un macroestudio publicado por la Nueva Fundación de Fitólogos, con la participación de más de 200 investigadores de 47 países, se ha encontrado que el 40% de las especies vegetales y hongos están en riesgo de extinción, debido directamente a las acciones del ser humano.
El estudio expone que dos de cada cinco plantas están en peligro de desaparecer, siendo un tema de urgencia, ya que la vegetación es el mayor sustento de vida en la Tierra, tanto a nivel alimentario, como para la salud de los ecosistemas, ya que la biodiversidad genética sirve de barrera para la aparición de enfermedades.
Hablando de seguridad alimentaria, el 30% de las especies vegetales comestibles están en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), lo que supone un gran riesgo. Las consecuencias de esta pérdida de biodiversidad ponen en riesgo el futuro de la alimentación global, ya que la desaparición de especies vegetales tiene repercusiones directas en la forma en la que los seres humanos se alimentan.
El estudio también destaca que la escasez de especies vegetales destinadas al consumo humano es cada vez más grande:
La situación se vuelve más grave y preocupante ya que las estimaciones demográficas hablan de un crecimiento poblacional importante hacia el año 2050, fecha en la que se podrían alcanzar los 10.000 millones de habitantes en en el planeta.
El informe resalta que, en la actualidad, hay un total de 7,039 especies vegetales que podrían ser orientadas al consumo humano, sin embargo, sólo 417 podrían ser adaptadas a cultivos.
La investigación señala directamente al modelo de producción agrícola industrializado como origen principal de esta pérdida de diversidad de alimentos vegetales. Los campos se tornaron hacia un modelo intensivo que, dominado por los monocultivos, los nuevos planes de riego y el uso de fertilizantes, pretendía sacar un mayor rendimiento a la tierra.
Esto con la finalidad de satisfacer el incremento de la demanda y combatir el hambre mundial, pero a su vez, supuso una disminución de la variedad genética de los alimentos.
La llamada “Revolución Verde” consiguió disminuir los porcentajes de personas afectadas por hambre en el mundo, sin embargo, este proceso ha terminado afectando directamente al estado de nutrición de las poblaciones más pobres, pues son quienes menos variedad de alimentos pueden consumir.
Otras causas, todas ellas relacionadas con el modo en el que el ser humano interacciona con las ecosistemas, son la introducción de especies invasoras, el urbanismo y el desarrollo comercial o el propio cambio climático.
A unos días de que la ONU pidiera a los gobiernos mundiales enfocarse en cesar la guerra contra la naturaleza, este estudio pone de manifiesto las consecuencias que podría tener para la humanidad que un número tan elevado de plantas desaparezca. Esto también limita la capacidad que tienen los propios científicos para estudiar nuevas especies, ya que muchas de las plantas y hongos que están amenazados, ni siquiera son conocidos por el ser humano como comestibles.
La forma en la que se destruyen los ecosistemas, dejando pequeñas parcelas vírgenes, no genera la desaparición inmediata de las especies, pero si las condena. Si bien algunas plantas se extinguirán localmente de inmediato, la mayoría de las especies todavía se encontrarán en el 10% de bosque que queda. Sin embargo, el área reducida significa que algunas de ellas, especialmente las plantas más raras, estarán permanentemente expuestas a niveles de población peligrosamente bajos.
La investigación también recoge los impactos que está teniendo la pérdida de biodiversidad en el ámbito médico, ya que la desaparición de especies afecta a cientos de plantas aprovechadas para usos medicinales.
El descenso de variedad de plantas afecta a miles de comunidades locales que no tienen acceso a medicinas industriales y dependen de la medicina tradicional.
Fuente: Diario Jornada