En México, es urgente promover sistemas alimentarios más sostenibles, que valoren alimentos saludables, centrados en dietas equilibradas.
El patrón de alimentación mexicano actual ha ido tomando la tendencia de incluir alimentos altamente calóricos y pobres en nutrientes. Esto se puede atribuir a que son alimentos de fácil acceso y bajo costo, lo que ha ido desplazando poco a poco algunos alimentos del patrón tradicional.
El cambio de la alimentación en México se ve reflejado en la disminución del gasto per cápita en alimentos recomendables como frutas y verduras, y un mayor gasto en alimentos altamente calóricos y de baja calidad nutricional. Dando como resultado una transición alimentaria y nutricional remplazando el consumo de alimentos tradicionales, y asociándose con el riesgo de presentar sobrepeso y obesidad.
Los cambios del patrón de alimentación se deben por un lado a la situación económica del país, apertura de un mercado a bienes, con diversidad en ofertas, globalizado y nuevas formas de distribución; y por otro, una acelerada urbanización desde la década de los cincuenta.
Según datos de la FAO y OPS, América latina y el Caribe es la cuarta región del mundo que presenta una mayor venta de productos altamente procesados, con 129, 6 kilos per cápita anuales, siendo México, Chile, Argentina, Uruguay y Costa Rica los cinco países de América Latina que consumen este tipo de alimentos. La distribución y la venta al por menor de estos alimentos ha originado patrones insostenibles de producción y consumo en detrimento del medio ambiente.
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Ubicada en los primeros lugares mundiales en diabetes y obesidad, entre otras comorbilidades que agudizan los estragos causados por la pandemia de COVID-19, la población mexicana en su conjunto se mira hoy frente al desafío de adoptar una dieta saludable alta en fibra, así como consumir moderadamente alimentos con alto contenido calórico y carbohidratos, para constituir una alimentación sostenible.
Así mismo, de acuerdo con Popkin y Reardon, el consumo de azúcares agregados en América Latina y el Caribe es el triple de lo recomendado, siendo las bebidas azucaradas los productos protagonistas sobre esta aseveración. México, Argentina y Chile, son los tres países que registran las mayores ventas de bebidas azucaradas.
Desde la perspectiva ambiental, modificar una dieta basada en el consumo de productos industrializados ricos en carbohidratos y otros elementos que alteran la salud, a una rica en vegetales de la región y proteínas vegetales, contribuye a reducir nuestra huella ecológica al disminuir la presión sobre los recursos naturales.
Cabe mencionar que el azúcar refinada, sobretodo aquella que proviene de caña de azúcar, tiene impactos ambientales importantes, principalmente en lo que se refiere a huella hídrica y uso de suelo.
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Por esa y otras razones, entre las diferentes problemáticas de salud pública relacionadas con la salud ambiental, el Gobierno de México atiende un tema que en los últimos años se ha vuelto crucial: el metabolismo alimentario que abarca una cadena de actividades ambientales, sociales y económicas: la producción, circulación, transformación, transporte y consumo de los alimentos.
La Secretaría de Salud se refirió al programa canasta normativa, guías alimentarias y promoción de dietas saludables, mientras la Semarnat abordó los temas de agua potable para todos, el Programa de Transición Agroecológica y Bioinsumos, plaguicidas y polinizadores, entre otros.
El impacto de la alimentación en la salud y el ambiente es tema de atención para todo el sector público que desde el principio de la actual administración puso todo su empeño en lograr que se aprobara esa modificación a la NOM-051-SCFI/SSA1-2010 sobre el etiquetado de alimentos y bebidas, con el objetivo de facilitar que el consumidor identifique los productos con exceso de elementos asociados al sobrepeso y la obesidad.
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Nos encontramos en un cambio constante, y en un estado de transición latente del patrón alimentario que permite conservar algunos rasgos tradicionales, aunque dicha característica tiende a debilitarse frente a un modelo que mantiene una variedad de ofertas, poco diversificada en su base y con diferencias en el acceso ante la permanente distribución desigual del ingreso. Sin embargo, existen costumbres alimentarias que resisten los cambios debido a que la población ha logrado transmitir sus prácticas; a pesar de los cambios, influencias y accesibilidad a todo tipo de alimentos, como todo esto se han mantenido como base algunos ingredientes de la comida prehispánica en especial: el maíz, el frijol y el chile.
El patrón de alimentación en México ha tenido muchos cambios a lo largo de la historia con incorporación de alimentos y formas de prepararlos, generando una transición nutricional de un cambio de dieta “tradicional” (basada en cereales, abundante fibra y pocos alimentos densos en energía) a una dieta tipo “occidental” (abundante en alimentos de origen animal, grasas y alimentos con alto índice glucémico), acompañada del aumento en la prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles.
Se tiene un gran reto, y de carácter urgente el diseñar, innovar e implementar una amplia gama de políticas en los distintos elementos del sistema alimentario, creando guías y recomendaciones fácil de interpretar para toda la población, para que les permita tomar mejores decisiones al momento de seleccionar sus alimentos y formas de prepararlos, al mismo tiempo que sea una selección con consciencia para el cuidado de su salud y sostenibilidad.