Con la COP30 en marcha, un nuevo análisis científico recuerda una verdad incómoda: la ganadería industrial es uno de los mayores impulsores del cambio climático, y sin reducir su escala, será imposible cumplir los compromisos del Acuerdo de París.
Se ha dicho una y otra vez: el sistema alimentario es responsable de un tercio de las emisiones de gases globales, principalmente por los impactos de la ganadería industrial. Este noviembre una nueva publicación lo confirma.
El estudio “El objetivo perdido: por qué la ganadería industrial debe ser el centro de la agenda climática”, publicado en MDPI, una editorial suiza de textos científicos, antepuso la evidencia más reciente sobre el papel de la ganadería en la crisis climática, destacando estos datos:
Los científicos a cargo de este estudio compararon los resultados de 47 publicaciones relacionadas con cambio climático, sistema alimentario y ganadería industrial para obtener estos resultados.
Esta semana inició la COP30 en Belem, Brasil, uno de los países con mayor población de ganado bovino del mundo y el principal exportador global de carne de res, de acuerdo con el estudio.
La ganadería y la producción de soya para alimento animal son responsables de buena parte de la deforestación del Amazonas, una región esencial para el equilibrio climático a nivel mundial. Según el estudio, 18 % del Amazonas ha sido deforestado y otro 17 % está degradado.
Es urgente que en las mesas de negociación de la COP los gobiernos y sector privado lleguen a acuerdos para la reducción de la producción y consumo de productos de origen animal asociados a la ganadería, pues sus impactos ambientales son responsables del 52% del calentamiento global, de acuerdo con los resultados del estudio.
Aun si elimináramos por completo el uso de combustibles fósiles, no lograríamos cumplir los objetivos del Acuerdo de París ni mantener el calentamiento global por debajo de 1.5 °C, mientras el sector ganadero continúe sin transformarse, asegura el estudio.
Para lograr esto, el informe propone incluir en las negociaciones de la COP: metas claras para reducir la producción y el consumo de alimentos de origen animal; promoción de patrones alimentarios basados en plantas y de modelos de producción menos intensivos, reconociendo los beneficios ambientales, económicos, de salud y culturales de este tipo de alimentación.
El mensaje es claro: sin transformar la forma en que producimos y consumimos alimentos, no habrá solución climática posible. Es urgente reducir el consumo de productos de origen animal para lograr la mitigación de los impactos ambientales. La COP30 en Brasil representa una oportunidad histórica para incluir, por fin, a la ganadería industrial en los compromisos globales por el clima y la biodiversidad.